29 de abril de 2021
Combatir un legado de racismo, una vacuna a la vez
La Dra. Ellana Stinson especializada en emergencias sabe bien cuán profunda es la desconfianza hacia la medicina entre las poblaciones de color. Los propios miembros de su familia le dijeron: "Prefiero quedarme en casa y morir que ir a un hospital y que me maten".
"Las personas de raza negra no reciben el mismo nivel de control del dolor, las mujeres negras mueren en mayor proporción por causas relacionadas con el embarazo y los recién nacidos negros tienen un mayor nivel de riesgo", le comenta Stinson a Coverage. "El problema es que durante mucho tiempo hemos pasado por alto cómo el racismo en la sociedad se filtra en la medicina".
La desconfianza, junto con los problemas de acceso, ha contribuido a una menor tasa de vacunación contra el COVID-19 en las personas de color, aseguran los expertos. Aunque las comunidades de color han sufrido mucho más a causa del coronavirus, la tasa nacional de vacunación entre las personas blancas es 1.5 veces más alta que la tasa de vacunación de los hispanos y 1.6 veces más alta que la tasa de vacunación de las personas negras. Esta tendencia se ve reflejada en Massachusetts donde, para fines de abril, el 51 % de los residentes había recibido al menos una dosis de la vacuna, en comparación con el 35 % de los residentes negros, el 27 % de los latinos y el 45 % de las personas de ascendencia asiática.
Tomar medidas
Stinson trabaja con otros médicos de color para hacer frente a problemas relacionados tanto con el acceso como con la confianza como directora médica del centro de vacunación del Reggie Lewis Center en Roxbury Community College, el primer centro de vacunación masiva del estado en dedicarse a brindar servicio a las comunidades de color.
El centro del Lewis Center es supervisado por CIC Health en una asociación exclusiva con una coalición que incluye al Roxbury Community College, la Black Boston COVID-19 Coalition y otras organizaciones locales. La mitad de las citas del centro se reservan cada semana para residentes locales elegibles.
"Trabajamos arduamente para construir un centro inclusivo", comenta Stinson, miembro de la Black Boston COVID-19 Coalition que cuenta con el patrocinio de Blue Cross Blue Shield of Massachusetts y otras organizaciones.
El centro es parte de la iniciativa integral de equidad del estado para garantizar que vecindarios como Roxbury, que se han visto desproporcionadamente afectados por el virus, tengan acceso a las vacunas. Se han abierto centros móviles en algunas de las áreas más afectadas de Massachusetts, entre ellas Chelsea, Revere, Boston, Fall River y New Bedford, y también está disponible un nuevo servicio de vacunación a domicilio para residentes que no pueden salir de su hogar. Blue Cross invierte $1 millón para ayudar a los pacientes de centros comunitarios de salud a obtener transporte gratuito a los centros de vacunación como el del Lewis Center, y patrocina viajes gratis en Bluebikes a los centros de vacunación.
Aunque es una gran ayuda mejorar el acceso, no es la panacea, afirma Stinson.
"Los proveedores de atención médica deben crear entornos en los que las personas se sientan cómodas para hacer preguntas", asegura. Además, comenta Stinson, las personas suelen ser más receptivas a la información médica cuando proviene de alguien que comparte sus mismas experiencias.
Problemas de larga data
Cuando se habla sobre renuencia entre las comunidades de color, las personas a menudo hacen referencia a Henrietta Lacks o al estudio Tuskegee como ejemplos del racismo histórico en el ámbito de la atención médica. Pero enfocarse solo en esos casos perjudica a las personas que experimentan el racismo moderno en la medicina, afirma Stinson. Además, no todas las personas de color tienen las mismas razones para mostrarse escépticas a las vacunas.
"Creo que a las personas les preocupa realmente lo que la vacuna podría generar en su salud y en su cuerpo, y esto se debe principalmente a la desinformación", comenta. "Creo que toda esa información incorrecta desperdigada en las redes sociales es el resultado de una gran cantidad de personas que no sabe realmente cómo funcionan las vacunas".
Existen dos preocupaciones principales acerca de las vacunas entre las poblaciones de color, afirma: la preocupación entre las mujeres de que afectarán su fertilidad, y la creencia errónea de que las técnicas de ARN mensajero utilizadas por las vacunas de Pfizer y Moderna de algún modo modificarán su ADN.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, no existe ninguna evidencia de que alguna de las vacunas contra el COVID-19 aprobadas para su uso pueda interferir con la fertilidad. En realidad, las vacunas protegen a las mujeres embarazadas, comenta Stinson. El American College of Obstetrics and Gynecology aconseja que las mujeres embarazadas se vacunen cuando su médico se los indique.
La creencia de que las vacunas de ARNm pueden modificar el ADN se originó antes de que se autorizara su uso. Es algo totalmente fuera de lugar, afirma Stinson. El ARNm actúa como un manual de instrucciones que le indica a su cuerpo que produzca una proteína "espiga" inofensiva, por lo que su respuesta inmune natural se activa cuando se expone al virus real.
El ADN reside en el núcleo de las células del cuerpo, un área al que jamás ingresa el ARNm. Por eso el cambio genético no es posible, comenta Stinson.
Vea a una enfermera explicar
cómo funcionan las vacunas de ARNm
Forjar la confianza en las vacunas
"Existen motivos multifactoriales por los que ciertos grupos dudan de las vacunas", comenta Stinson. "A las personas les preocupa realmente lo que la vacuna podría generar en su salud y en su cuerpo".
Abordar esas preguntas es tan importante como brindar acceso a las vacunas, agrega.
"Seríamos negligentes si abriéramos un montón de centros de vacunación y esperáramos que las personas simplemente acudieran a ellos", afirma Stinson. "No podemos adoptar una visión unidimensional de cómo abordar estos problemas".
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