21 de agosto de 2020
Enfrentar dos crisis a la vez: el racismo y una pandemia viral
Coverage se enorgullece de publicar columnas que comparten la perspectiva de médicas afroamericanas pertenecientes a la red de Diva Docs del área metropolitana de Boston. Hoy, la Dra. Simone Wildes, médica especialista en enfermedades infecciosas de South Shore Health y miembro del Grupo Asesor de Equidad del Departamento de Salud Pública, comparte sus pensamientos sobre el COVID-19 y las disparidades raciales con la Dra. Philomena Asante, líder de Diva Docs Boston y creadora de la serie Diva Docs para Coverage.
Durante mi infancia en la zona rural de Jamaica, mi madre, partera, era la única fuente de atención médica en nuestra región. A muy temprana edad fui testigo de la muerte y el sufrimiento. Eso me inspiró a convertirme en médica para poder ayudar a personas como mis vecinos.
Me mudé a los EE. UU. para asistir a la universidad, y mientras realizaba mi pasantía en medicina interna en el Hahnemann University Hospital en Filadelfia, conocí al Dr. Allan Tunkel, un médico especialista en enfermedades infecciosas con amplios conocimientos y un cautivador estilo de enseñanza. Se convirtió en mi mentor y me inspiró a especializarme en enfermedades infecciosas. Este campo me permite resolver casos complejos y ayudar a los pacientes a retomar una vida saludable, lo cual es profundamente gratificante.
Como médica especializada en enfermedades infecciosas, diagnostico y trato infecciones causadas por bacterias, hongos, virus como el SARS-Cov-2 y el VIH, y parásitos como los que a menudo infectaban a mis vecinos durante mi infancia en Jamaica. Trato cuadros de neumonía, enfermedades transmitidas por garrapatas como la enfermedad de Lyme e infecciones complicadas del tracto urinario, los huesos y las articulaciones, entre muchas otras. Mi trabajo es tratar de averiguar qué patógeno está causando una enfermedad y luego administrar el tratamiento adecuado.
En la primera línea de atención
A nivel profesional y personal, los últimos seis meses no se parecen a nada que haya experimentado antes. Las demandas han sido agotadoras, y aun así, estimulantes. Para una médica especializada en enfermedades infecciosas, estar en medio de una pandemia, en la primera línea de atención, es fascinante. Ahí es donde ocurre toda la acción: tratar de descubrir las mejores opciones de tratamiento, cómo educar a la población sobre la salud pública, cómo el hospital puede adaptarse a la pandemia y cómo trabajar en colaboración con nuestro personal de enfermería y el resto de los empleados, que son increíbles. Esto es lo que espera experimentar todo médico especializado en enfermedades infecciosas.
No obstante, el costo personal es altísimo.
Cuando comenzó la pandemia, tuve una conversación con mi esposo, Brian: "Tenemos el testamento, ya sabes, por si sucede algo".
No es el tipo de conversación que desearía tener con un ser querido, pero es la realidad. No tenemos familia aquí en Massachusetts. ¿Quién cuidaría de nuestras dos hijas pequeñas si mi esposo y yo nos enfermábamos? Solo nos tenemos el uno al otro. Fueron momentos muy desconcertantes y emotivos para nosotros.
Durante el aumento de casos, no abracé a nadie en casa. Dormí en una habitación separada. Usaba una mascarilla al estar en mi hogar. Las horas eran largas. Fueron incontables los días en que volví a casa completamente extenuada. Es muy difícil estar tan exhausto al llegar a casa que ni siquiera puedes ayudar a tus hijos con sus tareas escolares.
Crisis entrelazadas: racismo estructural y pandemia
Esta pandemia es única en muchos aspectos, entre ellos por el impacto que ha tenido en los pacientes latinos y de raza negra. No existe una razón genética innata que justifique las mayores tasas de infección y mortalidad entre estas poblaciones: son producto, al menos en parte, de las desigualdades en la salud previas al COVID-19. Por ejemplo, los afroamericanos como población tienen tasas más altas de diabetes e hipertensión, las cuales son factores de riesgo para presentar resultados graves a causa del COVID-19.
Vemos problemas estructurales en primera persona: algunos pacientes con COVID-19 se enfermaron gravemente porque no tenían médicos de atención primaria con los que pudieran hablar cuando comenzaron a presentar síntomas. Otros no tenían conexión a Internet para realizar una consulta de telesalud.
Vemos el efecto de las disparidades en el empleo y en los beneficios laborales, como las licencias familiares y por enfermedad. En los EE. UU., los trabajadores de primera línea de atención son personas de color en su gran mayoría, y no podían darse el lujo de resguardarse en la seguridad de su hogar. Tuvieron que ir a trabajar a tiendas de comestibles, hogares de ancianos, hospitales, servicios de entrega y otros lugares de trabajo cruciales. Si no trabajaban, no les pagaban, y no podían comprar alimentos ni medicamentos para sus familias. Muchos de nuestros pacientes con COVID-19 me dijeron que en su trabajo no tenían mascarillas, batas ni guantes para protegerse.
Vemos el efecto de las disparidades de ingresos y vivienda. El distanciamiento físico es imposible en situaciones de hacinamiento, y el hacinamiento en las viviendas es uno de los factores que provocan la propagación del COVID-19.
Al principio del aumento de casos, los pacientes con ingresos limitados tuvieron que tomar decisiones difíciles cuando tenían síntomas y querían hacerse la prueba en uno de los pocos sitios de prueba disponibles en ese momento: "¿Tomo el transporte público lleno de personas para ir a un centro de pruebas en otra ciudad y me arriesgo a infectarme o infectar a otros? ¿Realmente tengo fondos para tomar el transporte público?".
Ahora tenemos más acceso a las pruebas de detección, pero las desigualdades en la salud siguen jugando un papel trágico en la propagación de este virus.
Qué medidas puede tomar
Es probable que tengamos una segunda ola de infecciones en Massachusetts este otoño. Hay siete consejos que le doy a cada paciente para ayudarles a protegerse y proteger a los demás de infectarse por COVID-19.
Preguntas que puede hacerle a su médico si se infectó por COVID-19
Si es un caso leve:
- Pregúntele a su médico cómo manejar la enfermedad en el hogar; por ejemplo, cuál es la mejor manera de hidratarse y qué medicamento para reducir la fiebre es más adecuado.
- Pregúntele por cuánto tiempo debe hacer cuarentena.
- Pregúntele qué síntomas indican que podría tener que ir al hospital, por ejemplo, dificultad para respirar, fiebre alta persistente y dolor en el pecho.
Si fue hospitalizado:
- Usted o un ser querido debe preguntarle a su médico qué opciones de tratamiento están disponibles. ¿Hay algún ensayo clínico en el que podría participar?
- Pregúntele qué complicaciones pueden ocurrir. ¿Es posible que le pongan un respirador? ¿Hay algún problema con los coágulos sanguíneos? ¿Debería preocuparme por la insuficiencia renal o la posibilidad de diálisis?
- Además, pregúntele qué esperar después de recibir el alta del hospital. ¿Podría sufrir problemas neurológicos o de otro tipo? ¿Experimentaré fatiga persistente o debilidad?
Es posible que no haya respuestas disponibles para todas estas preguntas, pero es importante hablar sobre estos temas para que pueda ejercer un rol activo e informado en la toma de decisiones sobre su propia atención.
Abordar las desigualdades en la salud
Tenemos más de 5 millones de casos confirmados de coronavirus en los EE. UU. y todavía estamos aprendiendo cómo afecta a las diferentes poblaciones.
Soy miembro del Grupo Asesor de Equidad del Departamento de Salud Pública de Massachusetts, y estamos analizando cómo podemos mejorar la recopilación y el análisis de datos de manera rápida para diferentes poblaciones.
Cuando comenzó la pandemia, no recopilábamos demasiados datos sobre cómo estaba afectando a las diferentes poblaciones.
Cuando comenzamos a recopilar información detallada sobre infecciones, hospitalizaciones y muertes, nos dimos cuenta de cuán devastador ha sido el impacto en las comunidades negra y latina.
Los médicos y hospitales deben asociarse para garantizar la recopilación de datos de alta calidad de modo que podamos determinar cómo redistribuir nuestros recursos. Sin datos, no podemos tomar buenas decisiones sobre cómo llegar a los pacientes más vulnerables y que más necesitan las pruebas detección, los equipos de protección personal y una adecuada atención médica.
Un enfoque honesto y transparente hacia la vacunación
De cara al futuro, tenemos que anticiparnos a los problemas de disparidad en la salud cuando haya una vacuna disponible.
En primer lugar, tendremos que abordar el miedo y la desconfianza derivados de la historia del racismo en la profesión médica en los EE. UU. Por ejemplo, el estudio federal Tuskegee de 40 años, que deliberadamente negó el tratamiento para la sífilis a los hombres afroamericanos, ha dejado un profundo legado de desconfianza entre los afroamericanos. Quienes pertenecemos al campo de la salud debemos ser honestos y transparentes. También tenemos la obligación de construir puentes que permitan el entendimiento y la rápida y adecuada difusión de la información.
Tenemos que garantizar la participación de la comunidad y las asociaciones público-privadas para educar a la población.
Debe existir un diálogo abierto y sincero para ayudar al público a comprender que los funcionarios de salud están asegurándose de que la vacuna sea segura y eficaz, y que como médicos, juramos no provocar ningún tipo de daño.
Para superar esta pandemia, tenemos que trabajar juntos.
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FOTOS DE FAITH NINIVAGGI