19 de mar. de 2021
"Estamos juntos en esto"
"Ya no me siento paralizada por el miedo".
El alivio se manifiesta en la voz de Joanne. Una mujer de Boston que ha estado sin hogar en los últimos 30 años, recibió recientemente la segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19 de Moderna. Joanne, quien pidió a Coverage que no utilizara su apellido, dice que estaba "harta de preocuparse por su salud" hasta que recibió la vacuna en una clínica gestionada por el Programa Boston Health Care for the Homeless.
A lo largo de la pandemia de COVID-19, la organización ha estado trabajando en las calles y en los refugios para hacer pruebas, tratar y prevenir la enfermedad, y ahora vacunan a personas y familias sin hogar en el área metropolitana de Boston.
En la primera línea de la salud pública
Frenar la propagación del virus entre la población sin hogar no es sólo una cuestión humanitaria urgente, sino una cuestión de salud pública, señala el Dr. Jim O'Connell, médico fundador y presidente de la organización.
El COVID-19 ha ilustrado con fuerza lo que los investigadores saben desde hace tiempo: que las enfermedades infecciosas no tienen límites. "Sabemos que la cepa de COVID-19 que hizo estragos en la conferencia de Biogen la pasada primavera fue la misma cepa que provocó el contagio de un tercio de las personas que vivían en los refugios más grandes de Boston", dijo O'Connell. "Estamos juntos en esto".
La interconexión de las comunidades vulnerables nunca ha sido tan clara.
"Muchos de nuestros pacientes son empleados y trabajan en diversos sectores", dijo Melinda Thomas, directora médica asociada del Programa Boston Health Care for the Homeless. "Como el resto de nosotros, significa que viajan en el metro, compran y trabajan en empleos junto a usted y a mí".
Hasta ahora, el programa ha vacunado a 1,067 pacientes y 991 miembros del personal de los albergues en clínicas ubicadas en más de 20 lugares, que van desde albergues para adultos como el New England Center y el Hogar para Veteranos hasta albergues para familias gestionados por agencias como FamilyAid.
Según los últimos datos disponibles del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE.UU., hay más de 6,000 personas y familias sin hogar en el área de Boston, y otras 12,000 o más en todo el estado. Las cifras han aumentado en todo el país en medio de los cierres de negocios.
"Es importante recordar que, en las personas sin hogar, existen mayores índices de enfermedades crónicas que las ponen en riesgo de padecer enfermedades graves o de morir a causa del COVID", dijo Thomas. "Y luego están los efectos físicos de no tener un lugar para refugiarse aunque sea unos minutos. Bibliotecas y otros lugares de reunión están cerrados o restringen su capacidad, e incluso los servicios de asesoramiento y otros servicios de apoyo que diversas agencias ofrecen a la comunidad de personas sin hogar pueden suspenderse".
Un programa innovador
Durante 36 años, el Programa Boston Health Care for the Homeless, una de las primeras iniciativas del país creadas específicamente para satisfacer las necesidades de atención médica de las personas sin hogar, ha proporcionado atención primaria, conductual, bucodental y atención médica de relevo a nada menos que 12,000 personas al año. La organización cuenta desde hace tiempo con el apoyo del plan de salud sin fines de lucro Blue Cross Blue Shield of Massachusetts, entre otras instituciones.
A lo largo de su historia, el programa ha llegado a conocer muy bien de qué se tratan los brotes virales.
"Nos forjamos en el crisol de dos epidemias", dijo O'Connell. Cuando se fundó la organización en 1985, una cepa de tuberculosis resistente a múltiples fármacos asolaba a la comunidad de personas sin hogar de Boston. Apenas unos meses después, el VIH/SIDA apareció con un impacto devastador en la comunidad de personas sin hogar.
"Aprendimos la necesidad de ser flexibles pero estar atentos, la capacidad de cambiar rápidamente para hacer frente a los desafíos de la atención médica que surgen constantemente con la población sin hogar", dijo O'Connell.
Una respuesta rápida a una nueva amenaza
"El año pasado, por estas fechas, nos dimos cuenta de que el COVID se acercaba y empezamos a pensar en las consecuencias devastadoras que habría si el virus entraba a un refugio de 500 camas. Supimos que teníamos que cambiar todo nuestro planteamiento inmediatamente", dijo O'Connell.
La dirección y el personal del programa iniciaron un régimen de detección y pruebas riguroso en todos los albergues del área de Boston y en los lugares en los que presta atención, y aprovecharon su extensa experiencia en el rastreo de contactos de una población que está en constante movimiento.
Se instalaron carpas en el estacionamiento del refugio de Southampton Street, en South End de Boston, para poner en cuarentena a las personas expuestas al virus o a la espera de los resultados de las pruebas. Para los que dieron positivo en las pruebas del virus, la totalidad de las 52 camas de la tercera planta del programa Barbara McInnis House, un centro auxiliar adyacente al campus del Boston Medical Center, se dedicó a la atención del COVID. Un hospital de campaña en el Boston Convention Center atendía a los que salían de la atención hospitalaria.
La ciudad y el estado colaboraron para proporcionar alojamiento en una residencia de Suffolk University y en hoteles de la zona que quedaron vacíos a causa de la pandemia. Un mayor número de camas significó una reducción de la densidad en los refugios tradicionales y una mayor distancia entre las personas sin hogar que buscan una buena noche de sueño en una cama caliente.
En el transcurso de la rigurosa prueba de detección de los síntomas, los médicos del programa hicieron una primera observación crucial, dijo O'Connell: "La gente pasaba nuestra prueba de detección, pero las infecciones seguían produciéndose. Estaba más que claro que este virus podía propagarse de forma asintomática".
La organización compartió sus hallazgos con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que pasaron a confirmar que el virus puede ser transmitido por personas sin síntomas evidentes, una clave para entender la trayectoria de la pandemia.
En cuanto a las personas sin hogar que presentan síntomas y enferman, Boston Health Care for the Homeless ha demostrado ser un salvavidas.
Compasión en acción
Uno de los pacientes, Juan Pablo Pablo, dijo en una entrevista reciente que ha dado positivo en la prueba de COVID-19 y que ha sido tratado varias veces en la sala de COVID en Barbara McInnis House en el último año.
Aquí ofrecen una atención maravillosa con la compasión y el amor del personal.
"Estoy muy agradecido", dijo a través de un intérprete, Omar Marrero, que es el director de Barbara McInnis House.
"Todos estamos muy agradecidos de que pacientes como Juan Pablo nos hayan confiado su atención", dijo Marrero, describiendo a su paciente como un hombre amable y positivo. "Nos sentimos honrados y aceptamos la oportunidad de ayudar".
Pablo, de 36 años, que trabaja en jardinería cuando el clima es más cálido, espera su turno para vacunarse; no sólo para protegerse de otro ataque del virus mortal, dijo, sino también para proteger a cualquier otra persona con la que esté en contacto.
¿Le resultó informativo este artículo?
Todo el contenido de Coverage se puede reimprimir gratis.
Lea más aquí.