10 de agosto de 2020
Equipo mascarillas
Sean Tyler compró una impresora 3D como una manera de ayudar a su hijo, Max, amante de los Lego, a construir piezas a la medida. Pero cuando la pandemia del COVID-19 nos golpeó y la escasez de equipos de protección personal para los trabajadores de primera línea y el público en general se hizo evidente, Tyler decidió reconvertir el juguete para una misión que salvara vidas.
"Me descargué los diagramas y seguí las instrucciones y aprendí cómo hacer protectores faciales", comentó.
La impresora 3D de Tyler comenzó a funcionar 24/7, y ahora tiene tres que elaboran capas finas de material a fin de fabricar los protectores. Controla los dispositivos cada dos horas, incluso establece una alarma en medio de la noche para extraer los protectores faciales y colocarlos en una caja esterilizada, para que queden listas para donar a aquellos que más los necesitan. Hasta la fecha, ha fabricado aproximadamente 3,000 mascarillas.
"Es realmente gratificante entregarlas a lugares que las necesitan, especialmente las residencias de ancianos", afirmó Tyler. "Hemos donado algunas a un hospital local para enfermos terminales para que los familiares puedan visitar a sus seres queridos. Es otra barrera que se elimina y un costo menos para ellos, y la demanda aún es realmente alta en algunos lugares".
Las investigaciones han demostrado que las mascarillas ayudan a contener la propagación del coronavirus, y Tyler, un especialista en servicios de cuentas sénior, es uno de los muchísimos empleados de Blue Cross Blue Shield of Massachusetts que ha colaborado para hacer mascarillas para donar a trabajadores de atención médica o el público.
"El espíritu de nuestros asociados ha sido algo maravilloso de ver", afirmó Pauline Murnin, administradora de compromiso cívico de Blue Cross. "Nos enteramos que varios colegas estaban haciendo mascarillas y terminamos creando una oportunidad de trabajo voluntario virtual formal y un llamado a la acción para que el resto se uniera. Desde marzo, un montón de empleados ha unido fuerzas para crear alrededor de 10,000 mascarillas de tela y plástico que se han donado a amigos, empresas locales y organizaciones sin fines de lucro dentro de sus propias comunidades".
Cori Anderson, una representante sénior de servicio a proveedores, afirmó que se sintió indefensa cuando la realidad de la pandemia y sus efectos en la vida diaria comenzaron a sentirse. Madre de cinco hijos adultos, Anderson comentó que su "instinto maternal" apareció y comenzó a fabricar mascarillas para su familia y amigos, colegas de Blue Cross, y organizaciones locales sin fines de lucro, incluidos Interfaith Social Services y Weymouth Food Pantry.
Desempolvé mi máquina de coser que no había usado por un par de décadas y comencé a fabricar mascarillas
- comentó.
Anderson convirtió una de las habitaciones de sus hijos en una oficina y fabrica decenas de mascarillas por día. Su récord en un día fue de 70 mascarillas que se enviaron tan lejos como a las Islas Vírgenes de EE. UU. de St. John, donde se repartieron entre trabajadores de atención médica, trabajadores de centros turístico y un centro de día para adultos mayores.
"Hay una estructura en todas partes", sostuvo Anderson. "Lo que me ha motivado es el apoyo completo y constante de otras personas que están conformando una cadena de favores. He fabricado mascarillas para personas que me dicen que se las han pasado a alguien más. Algunos de estos fundamentos son pasarlas a gente que esté tratando de incorporar cierta normalidad en sus vidas".
Los trabajadores que se encuentran en la primera línea han sido los que más necesitaron mascarillas y otros equipos de protección personal desde que comenzó la crisis. Stephanie McHugh forma parte del personal de enfermería certificado, es administradora clínica en BCBSMA y además participa en un grupo que fabrica mascarillas en su ciudad natal de Hingham.
"Estábamos recibiendo todo tipo de solicitudes de hospitales, centros de atención médica y residencias de ancianos", señaló McHugh. "Todos se las arreglaban tratando de conseguir suministros porque nadie sabía si tenían suficiente o lo que necesitarían".
Cuando las empresas comenzaron a abrir nuevamente, se generó toda una demanda nueva de mascarillas para aquellas personas que habían estado en gran parte adentro y ahora se aventuraban a incorporarse de nuevo a la fuerza laboral.
"Es posible que los camareros de restaurantes necesiten cambiar sus mascarillas varias veces en un turno", señaló McHugh.
Para los fabricantes de mascarillas, el trabajo ha resultado gratificante durante una época caótica y llena de angustia.
Me gustaría decir el día de mañana que no tengo que hacer otra mascarilla, pero el hecho de estar fabricándolas aún me mantiene positivo y me hace sentir que estoy contribuyendo de alguna manera", comentó Anderson.
"Ha sido alentador. Nos alentamos unos a otros a seguir adelante cuando es difícil saber qué más hacer".
"Estamos sumamente agradecidos por los aportes que nuestros asociados han hecho para ayudar a nuestras comunidades a mantenerse saludables en medio de esta pandemia", afirmó Jeff Bellows, vicepresidente de ciudadanía corporativa y asuntos públicos. "Todos los días nuestros colegas van más allá de su deber para apoyar a nuestros miembros. y ver que muchos están dedicando sus noches y fines de semana a hacer mascarillas es realmente inspirador".
El trabajo brinda gratificaciones para las familias también. Tyler comentaba que ha utilizado el proyecto de los protectores faciales como un "momento de enseñanza" para Max, quien ha disfrutado de colaborar con su papá.
"Simplemente porque esta cosa esté diseñada para juguetes no significa que no pueda usarse para brindar ayuda", comentaba Tyler. "Estas personas están realmente felices de recibir la mascarilla. No tenía idea de que esto provocaría semejante impacto, pero estamos haciendo un trabajo que vale la pena y él piensa que es realmente genial".
Consejos sobre cómo hacer sus propias mascarillas
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