4 de septiembre de 2023
5 hábitos de positividad
La Dra. Oneeka Williams, cirujana uróloga de Ermerson Urology en Concord, Mass., y profesora clínica adjunta en la Tufts Medical School, utiliza sus "5 hábitos de positividad" para ayudar a jóvenes y adultos a crear un marco de trabajo para abordar los desafíos desde una perspectiva de empoderamiento. Hace poco, compartió sus opiniones con la Dra. Philomena Asante, líder de Diva Docs Boston y creadora de la serie Diva Docs ganadora del premio Digital Health Award para Coverage.
Mi experiencia personal ha estado plagada de trato tendencioso y discriminatorio. Ingresé en una especialidad quirúrgica dominada por hombres en la que quienes intentaron desvalorizarme y rebajarme me desalentaron, me trataron como si fuera invisible y me faltaron el respeto. Con cada encuentro desafiante, me volví más decidida.
Utilizo mi creatividad, mis conocimientos y mi experiencia como cirujana uróloga para atender a los pacientes, derribar las barreras que se interponen con la salud integral, y defender una atención más consciente y equitativa, además de una mentalidad más empoderada.
Desarrollé lo que llamo "Hábitos de positividad" porque, en definitiva, cada uno de nosotros tenemos que enmarcar cómo nos involucramos con el mundo. ¿Vamos a enfocarnos en lo negativo o vamos a extraer las cosas que nos van a mejorar?
Mi primer hábito: siempre hay una solución... hay que trabajar para encontrarla. Me involucro en los problemas para que ellos me ayuden a crecer, aprender y fortalecerme.
Segundo, convierto estos límites en oportunidades. Cuando me encuentro, digamos, a un paciente que me dice, "No parece una uróloga", aprovecho la oportunidad para crear una contranarrativa. Solo el 2 % de los urólogos que ejercen son afroamericanos y únicamente el 0.001 por ciento de los médicos de este país somos urólogas afroamericanas. Así que el paciente tiene razón: ¡no parezco una uróloga! En vez de ofenderme, opto por cambiar su mirada para que la próxima vez que se encuentren con una mujer afroamericana con una bata blanca, piensen: "Oh, ¡podría ser la cirujana!"
Tercero, me quedo con lo positivo y descarto lo negativo. Conservo lo que me suma, me enriquece y me enaltece. Me he encontrado con numerosas situaciones desafiantes en las que me he sentido rebajada o desalentada. Las procesé, me permití sentirlas, pero luego hice lo posible por liberarlas. Cada vez que nos enfrentamos a una agresión, ya sea mínima o significativa, el estrés nos desgasta. Debemos tomar la decisión consciente de cómo mitigar ese estrés internamente mientras esperamos que el mundo externo cambie.
Cuarto, pienso en el motivo por el que estoy aquí. Esta es mi vocación, mi propósito y lo que amo hacer. Lo hago sin pedir disculpas. Los pacientes acuden a mí para que los ayude. Cuando se trata de eso, no tengo el síndrome del impostor. Soy muy clara al expresar que pertenezco aquí y me acerco a mis pacientes con esa seguridad.
Quinto, funciono desde un lugar de gratitud, el cual me permite conectarme con mi alegría, incluso en los momentos más difíciles.
La Dra. Wiliams reflexiona sobre su carrera, su campo y las desigualdades en la salud
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