8 de septiembre de 2021
Niños fuertes en un mundo tóxico
Como pediatra, tengo más de una década de experiencia al cuidado de niños y adolescentes con trastornos de salud mental, y la embestida conjunta de COVID-19 e incendios forestales y huracanes que han azotado a las comunidades en todo el país en los últimos meses me tienen bastante preocupado por la salud mental de los niños. En el rol de padres, cuidadores y miembros de la comunidad, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para desarrollar resiliencia en nuestros niños frente a las dificultades que ha traído el COVID y tomar medidas que estimulen una mejor salud mental. También podemos proteger el clima y nuestra salud en un sentido más amplio cuando lo hacemos.
A menudo, me preguntan si el COVID causa daño en los niños. La respuesta habitual a esa pregunta es que los niños que se infectan por lo general se enferman menos y se recuperan con más rapidez que los adultos. Pero esta es una valoración muy limitada. El COVID ha generado enormes dificultades económicas en las familias y condujo a un mayor aislamiento social, provocado por el virus y la crisis económica que causó un daño desproporcionado en las comunidades de color. Estos tipos de crisis representan lo que se denomina experiencias adversas en la infancia o "ACE". Los niños que no tienen las redes sociales y otros recursos para aliviar la mente frente a estos ACE pueden tener estrés tóxico, que puede causar daño en cerebros y cuerpos en desarrollo, además de tener impactos en la salud de por vida. Los ACE se pueden desencadenar por la pandemia y también por los incendios forestales en la región Oeste que han destruido casas enteras, los huracanes en los estados de la zona del Golfo que han provocado inundaciones en hogares y escuelas, además de otros desastres naturales que por el cambio climático son más peligrosos. Independientemente del origen del ACE, todos podemos ayudar para que los niños desarrollen resiliencia frente al estrés tóxico. Estas son algunas de las maneras:
Manténgase involucrado en la vida del niño.
El mejor alivio para el estrés tóxico en un niño es un adulto que participe y lo cuide.
Apoye la decisión de tomar riesgos en forma responsable y saludable
Por ejemplo, alentar al niño para que salga de su zona de confort y pruebe nuevas actividades o conozca personas nuevas que le ayuden a desarrollar su autoconfianza.
Enseñe al niño el valor de la perseverancia cuando supera un obstáculo en la vida
Cuando al niño le resulta difícil o no puede hacer alguna tarea, hable con él y cuéntele cuando tuvo que enfrentar alguna dificultad. Ayude al niño a entender que la vida está llena de desafíos y que la perseverancia puede ayudarle a superarlos.
Estas son algunas indicaciones adicionales que debemos tener en cuenta para proteger mejor la mente y la salud mental de los niños.
Mejorar el acceso a la atención de la salud mental
Debemos abordar el progreso desigual para mejorar el acceso a la salud mental. Más de la mitad de los jóvenes y adultos con trastornos de salud mental siguen sin recibir tratamiento. No me imagino el tipo de reclamo que se haría si la mitad de las personas que tuvieron ataques cardíacos no recibieran atención. Hay muchas estrategias que se han empleado para compensar la falta de tratamiento, que incluye un acceso más amplio a la telemedicina. Investigaciones copiosas demuestran que las consultas de telesalud posibilitan un cuidado efectivo de la salud mental. Se ha demostrado que son útiles después de desastres naturales cuando resulta más difícil que pacientes y proveedores se encuentren en persona, de modo que es un componente potencialmente crítico para tratar el agobio creciente en la salud mental que puede generar el cambio climático. La telemedicina también sirve para no perder tiempo ni enfrentarse a las dificultades del transporte, de modo que se limitan las emisiones de contaminación del aire y los gases del efecto invernadero.
Aumentar el espacio verde
Se ha comprobado que vivir cerca de un espacio verde mejora la salud mental, quizás por la capacidad de disminuir la contaminación del aire o por estar expuesto directamente a la naturaleza. En uno de los estudios más notables hasta la fecha, se estudió a casi 1 millón de niños en Dinamarca desde su nacimiento hasta los 10 años. Los niños que crecieron con más exposición a los espacios verdes tuvieron un 55 % menos de probabilidad de ser diagnosticados con un trastorno de salud mental que aquellos niños que estuvieron menos expuestos a ese ambiente, después de explicar una variedad de otros factores que afectan el riesgo de tener diagnósticos de salud mental. Los espacios verdes urbanos también refrescan el ambiente de la ciudad ya que pueden atenuar las consecuencias adversas de salud mental relacionadas con el calor, especialmente un mayor riesgo al suicidio.
Construir comunidades activas
Además de las espacios verdes, el diseño urbano es importante para la salud mental en cuanto a cómo puede fomentar (o impedir) la socialización. La expansión de suburbios, la dependencia cada vez mayor de viajar en auto para ir a trabajar y los vecindarios sin espacios para circular caminando pueden contribuir al aislamiento social que es un factor principal en la salud mental y física en un sentido más amplio. Por supuesto que caminar, andar en bicicleta y usar el transporte público en lugar del auto disminuye la contaminación del aire y los gases del efecto invernadero.
Todavía no llegamos a la etapa final del COVID ni tampoco hemos sido testigos del último incendio forestal o huracán del año, pero podemos tomar medidas ahora mismo para reducir el impacto nocivo en la salud mental de nuestros niños y trabajar por poder transitar hacia un mundo más saludable y sustentable tanto para sus cuerpos como para sus mentes.
Para obtener más información sobre el cambio climático y la salud mental, visite https://www.hsph.harvard.edu/c-change/subtopics/climate-change-and-mental-health/
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El Dr. Aaron Bernstein es codirector del Centro del Clima, la Salud y el Medioambiente Global de Harvard T.H. Chan School of Public Health (Harvard Chan C-CHANGE) y pediatra en el Boston Children's Hospital.
FOTO DEL DR. AARON BERNSTEIN POR JOHN WILCOX