29 de mar. de 2021
Fomentar el bienestar en los niños
Coverage se enorgullece de publicar columnas que comparten la perspectiva de médicas afroamericanas pertenecientes a la red de Diva Docs del área metropolitana de Boston. En la actualidad, la Dra. Jeanette Adele Callahan, pediatra en Cambridge Health Alliance, cofundadora de The Wellness Collaborative y directora médica de Servicios de Salud de la Región Noreste del Justice Resource Institute, comparte sus pensamientos con la Dra. Philomena Asante, líder de Diva Docs Boston y creadora de la serie Diva Docs, ganadora del premio Digital Health, para Coverage.
Mi recorrido hasta convertirme en doctora comenzó cuando tenía 9 años, cuando mi madre estaba en trabajo de parto con mi hermano bebé. Me senté a su lado, sosteniéndole la mano y calmándola y diciéndole: "Respira, mamá. Respira". Me sentí tan cómoda en ese espacio de sanación. En ese momento supe que quería ser doctora.
No seguí un camino directamente a la medicina. Fui a la universidad, me casé joven y tuve cuatro hijos. Siempre quise ayudar a las personas, así que hice mucho trabajo voluntario en mi comunidad relacionado con los niños, la inseguridad alimentaria y la nutrición, pero me faltaba confianza en mí misma para cursar una carrera en medicina.
Pasé mucho tiempo luchando contra la duda y el miedo al fracaso. Cuando mis hijos tenían entre 9 y 14 años, me encontré pensando, nunca quiero decir que no hice algo porque tenía miedo de fracasar. Fue como reconocer que el tiempo se agotaría y que algún día podría mirar hacia atrás y ver mi vida llena de arrepentimientos. Era 14 años mayor que la mayoría de mis compañeros cuando ingresé a la Harvard Medical School.
Me di cuenta de que quería ser pediatra una noche de guardia cuando mi localizador se activó a las 3 a. m. Sabía que si entraba al consultorio y veía a un niño allí, seguiría siendo amable, compasiva y atenta, a pesar de mi agotamiento notable.
Había hecho eso como madre durante años cuando mis hijos estaban enfermos o asustados por una pesadilla. Sabía que podía ser totalmente yo. Y encontraba inspiración en mi población de pacientes, que varía de recién nacidos hasta 21 años. Creía que estarían más abiertos a influencias que les ayudaran a cambiar sus comportamientos de formas que la mayoría de los adultos no puede.
Desigualdades raciales entre los niños
Como pediatras, vemos desigualdades raciales en muchos aspectos de nuestra profesión. Menos adolescentes negros buscan tratamiento para depresión y problemas de salud mental que sus contrapartes blancos, por ejemplo, y el suicidio ahora es la segunda principal causa de muerte entre los jóvenes negros de 10 a 19 años de edad. Raza es un concepto social que no se basa en la genética o biología, de modo que la raza en sí o a raíz de ella no hace que alguien tenga más probabilidades de desarrollar una enfermedad, ya sea mental o física. Pero los factores sociales son importantes.
Ayuda para la salud mental
Por ejemplo, a lo largo de mi profesión he descubierto que en muchas familias de color se estigmatiza la enfermedad mental. A menudo los jóvenes reciben el mensaje: "Si rezas, estarás bien. Si haces el bien, estarás bien. La depresión es una muleta emocional. Tienes una buena familia que te ama, y eso debería ser suficiente".
No hemos normalizado el simple hecho de que todos nos sentimos tristes a veces, y que caer en una depresión es un evento común. Muchas personas consideran a la depresión como una señal de debilidad o falta de fortaleza espiritual o fe en Dios. Lo cierto es que estos episodios son comunes. Contar con un sistema de prevención e intervención en las primeras etapas de la vida es clave. De la misma forma en que suministramos vacunas desde la primera infancia, la concientización de la salud mental y el acceso a terapia deberían formar parte de la vida de todo niño antes de que sus padres incluso piensen que hay un problema.
Muchos padres sienten la presión de ser perfectos. Noto esto particularmente en familias de color que han inmigrado aquí. Y esa presión puede pasarse a los niños. "Hemos venido a Estados Unidos por ti. No pierdas esta oportunidad. Tienes más cosas que los otros familiares que viven en otros países. ¿Qué es lo que te entristece?" Existe el concepto erróneo de que la depresión puede solucionarse o prevenirse al regalar muchas "cosas". La presión por ser perfectos sabotea la vida feliz y saludable que todos queremos para nuestros hijos. Esa misma presión también puede hacer que para los jóvenes sea difícil sentirse cómodos al hablar con sus padres.
Como pediatras, necesitamos trabajar con los padres para ayudar a apoyar a sus hijos. Yo empiezo con: "Esto no es por tu culpa. Todos enfrentamos desafíos de salud mental todo el tiempo. No es algo solo tuyo. Colaboremos para apoyar a tu hijo, porque el juego de la culpa no nos llevará a donde tenemos que llegar".
La carga de los "influenciadores sociales"
Los niños blancos registran menos visitas al departamento de emergencias y hospitalizaciones por asma y tienen un mejor control glicémico con la diabetes tipo 1 que los niños negros e hispanos.
Con frecuencia hablamos de los "determinantes sociales" en relación a estas desigualdades, pero creo que nada lo determina, sino más bien que hay muchas cosas que influyen en los resultados.
Los influenciadores sociales, como el acceso a la comida, la vivienda, las toxinas en el medio ambiente y el acceso a cuidado de la salud de calidad, son históricamente diferentes para las personas de color, los afroamericanos en particular. Lamentablemente, la riqueza de este país desde siempre ha sistematizado estas desigualdades. Hay un estrés intenso y crónico de saber que esos influenciadores han ejercido todo su peso sobre nosotros, lo que ha afectado nuestra capacidad de prosperar. Es una carga que pasa de generación en generación.
El trabajo que hacemos en mi organización sin fines de lucro, The Wellness Collaborative, reconoce la importancia de incluir estos influenciadores sociales en la construcción del bienestar. No se puede brindar una indicación médica precisa sin entender las barreras para implementarla y la red de apoyo que se necesita para actualizarla.
Por ejemplo, cuando un niño tiene asma, el pediatra tiene que preguntar qué es lo que está sucediendo dentro del hogar, dentro de su entorno físico y emocional. ¿Qué puede estar ocasionando el aumento en los niveles de cortisona o una reacción alérgica mayor que puede estar desencadenando el ataque de asma?
Abordar la obesidad
De igual forma, cuando hablamos de obesidad, tenemos que mirarla en términos de estilo de vida, no solo como una cuestión de objetivos de pérdida de peso. Tenemos que ser conscientes de que un estilo de vida saludable puede ser un desafío particular en las comunidades donde las personas no se sienten seguras al salir, ya sea por el COVID o por problemas de seguridad.
Nosotros los pediatras podemos asociarnos con los padres para ayudar. Me gusta decirles a los padres de mis pacientes que su hogar es un gimnasio. ¿Tienen escaleras? Suban y bájenlas. Hagan que los niños suban los escalones de a dos por vez y conviértanlo en un desafío. Caminen con los niños alrededor de la manzana, de forma enérgica, hasta el punto de sentirse sin aliento. Hasta ponerse de pie y sentarse de nuevo es una forma de ejercicio. Haga que sea un juego.
Necesitamos ayudar a los padres a entender cómo pueden involucrar a los niños pequeños en el desarrollo de las habilidades para hacer elecciones adecuadas en torno a la comida también. Es más rápido y fácil comprar alimentos procesados y listos para consumir. Si tiene presente que la manera más poderosa de ser un modelo a seguir es con el ejemplo, y usted quiere desarrollar habilidades de liderazgo en sus hijos para que hagan buenas elecciones, entonces puede comenzar por las opciones de alimentos.
Los sistemas de recompensas tienen un rol. Les digo a los padres: "Si le dicen no a una cosa, tienen que felicitar y afirmar otras tres. Esto envía el mensaje de que mis padres desean lo mejor para mí, y yo les doy un placer enorme cuando hago esas cosas que son las mejores para mí".
Abordar los prejuicios
Necesitamos un cambio social para abordar los prejuicios implícitos y explícitos, en especial en los adultos que trabajan con nuestros jóvenes y los educan.
Todos tenemos que entender cómo una sociedad racista nos afecta, desde la persona que está al cuidado de los niños hasta la maestra de jardín, la enfermera de la escuela, los programas para jóvenes, y todo lo demás. Tenemos que reconocer nuestras raíces racistas en este país.
Tenemos que reconocer que los niños negros están creciendo en un sistema, en una cultura, que los etiqueta como poco inteligentes, incapaces de aprender, violentos, desde una edad muy temprana, y que esa etiqueta se interioriza. Se refleja en su comportamiento. Se refleja en su capacidad de superación. Se refleja en su capacidad para avanzar en términos educativos, no porque no sean inteligentes, sino porque la duda de sí mismos a menudo ha quedado infundida en su comprensión de ellos mismos desde una edad temprana.
Por eso es que es tan importante contar con mentores que entiendan por lo que están pasando los niños. Los mentores, que afirman y sostienen sus experiencias únicas como personas de color, pueden propiciar relaciones poderosas.
Los pediatras podemos desempeñar un rol fundamental. En primer lugar, nos tomamos el tiempo de entender los problemas de cada niño. Podemos autoexaminarnos para estar seguros de que no estemos haciendo suposiciones sobre las familias y sus necesidades. Podemos normalizar el hecho de preguntarles a todos sobre la salud mental, la seguridad alimentaria y otros problemas importantes, sin dejar que nuestros prejuicios determinen la forma en que vemos a nuestros pacientes. A partir de ahí podemos ayudar a las familias a encontrar los recursos que necesitan, desde el mismo principio.
¿Le resultó informativa esta columna?
Todo el contenido de Coverage se puede reimprimir gratis.
Lea más aquí.
FOTOS DE LA DRA. JEANETTE ADELE CALLAHAN Y LA DRA. ASANTE POR FAITH NINIVAGGI