13 de abril de 2022
Aprendiendo de Lia
Muchos de los maratonistas más importantes del mundo se reunirán para correr la 126.ª Maratón de Boston el 18 de abril, para disputarse el título de esta competencia, que es una de las carreras más prestigiosas del mundo.
Irán al frente de otros corredores, que son más de 28,000 y que corren por causas importantes; entre ellos, estará Kristan Murphy, una ejecutiva de cuenta de Blue Cross Blue Shield of Massachusetts. Kristan corre en honor a una pequeña llamada Lia, a quien no conoce.
Lia DiFronzo era una niña vivaz y bulliciosa de 6 años cuando le diagnosticaron un tipo de leucemia poco común, en 2006. Recibió tratamiento en el Dana-Farber Cancer Institute y en el Boston Children's Hospital.
"Al principio, tenía miedo, por supuesto", recuerda su padre, Rick. "Pero también era muy valiente. Se sometió a procedimientos médicos que yo mismo no podría soportar".
Lia creció rápidamente, recuerdan sus padres. Adoraba a su hermano, Rico, que a los 8 años donó su médula ósea con el objeto de curar a su hermana del cáncer. "Estaba más preocupada por su hermano, que tenía que someterse a la cirugía de donación, que por ella misma", dice Rick.
Después de que el primer trasplante fallara, un segundo trasplante de médula ósea de un donante anónimo derivó en complicaciones. Lia murió a los 8 años después de luchar contra el cáncer durante dos años y medio.
Una conexión especial
Murphy corre desde que tiene memoria. Fue miembro del equipo de atletismo en la escuela secundaria y solía salir a correr con su papá muchas mañanas antes de ir a la escuela. En la universidad, corría para "poder darse el lujo de comer y beber lo que quisiera". Más adelante, correr la ayudó a lidiar con el estrés y la angustia de su divorcio.
Murphy descubrió un nuevo objetivo para correr en 2009, cuando se sumó al Dana-Farber Marathon Challenge.
Desde 1989, la Boston Athletic Association ofrece entradas especiales con invitación para la carrera a organizaciones sin fines de lucro que, a su vez, ceden esos espacios oficiales en la maratón a personas que recaudan fondos en representación de ellas.
El Dana-Farber Cancer Institute ha sido una de las instituciones benéficas de la carrera desde el principio. Corredores como Murphy han recaudado más de $100 millones para el Claudia Adams Barr Program in Innovative Basic Cancer Research del Dana-Farber. Murphy, por sí sola, ha recaudado más de $175,000 durante los 13 años que lleva corriendo en el equipo de esta carrera.
En 2012, reafianzó su compromiso con la carrera y con el equipo del Dana-Farber Marathon Challenge, cuando le solicitaron sumarse al programa In-memory Partner, que reúne a un corredor con una familia que ha perdido a un hijo o una hija producto del cáncer, y que recibió tratamiento en el Dana-Farber.
A Murphy la reunieron con la familia DiFronzo y recuerda que se sentía algo nerviosa cuando los conoció, en una cena organizada específicamente para corredores y familias del programa In-memory. "Aunque tanto ellos como yo teníamos el interés común de apoyar al Dana-Farber y luchar contra el cáncer, me preguntaba si sentiríamos una auténtica conexión y si tendríamos suficientes cosas en común. A esta familia se le había muerto una hija de cáncer y para mí, no había nada peor que eso".
Sin embargo, la conexión fue inmediata. "Sentí como que los conocía desde siempre", recuerda Murphy. "Me contaron todo acerca de Lia y me mostraron fotos de ella".
"La consideramos parte de la familia", dice Laura DiFronzo hablando de Murphy.
Afianzando la relación
Su relación se ha vuelto aún más cercana debido a una dura tragedia que tuvo lugar recientemente.
En cada maratón, las familias de Dana-Farber se reúnen en la milla 25 para ovacionar a sus corredores. En el 2013, Murphy tenía programado reunirse con los DiFronzo en la milla 25 y junto con Rico, que en ese entonces tenía 14 años, correr hasta la meta.
No fue posible. Los oficiales que encargados de vigilar la carrera los detuvieron luego de pasar por Kenmore Square porque acababan de explotar dos bombas en la meta. En medio del caos que esto produjo, Rick y Laura lograron encontrar a Kristan y a su hijo entre la multitud de maratonistas y espectadores confundidos. Rick puso su abrigo sobre los hombros de Kristan y la familia entera estuvo a su lado hasta que ella pudo reunirse con su propia familia.
"Podrían haber salido de la ciudad junto a su hijo sin problemas, lo cual, de hecho, hubiera sido lo correcto, pero no lo hicieron", recuerda Murphy. "Se arriesgaron para quedarse conmigo. Me trataron como si fuera parte de su familia".
El año pasado, una situación algo más personal los acercó aún más: Murphy pasó a ser más que una maratonista de Dana-Farber, se convirtió en paciente.
Una mamografía de rutina derivó en un diagnóstico de cáncer de mama. Comenzó el tratamiento en abril, mes en el que normalmente se corre la maratón, aunque debido al COVID-19, ese año la carrera se postergó hasta el otoño.
Increíblemente, cinco meses después de su diagnóstico, durante los cuales debió someterse a dos cirugías y a cuatro semanas de rayos, estaba lista para volver a correr la Maratón de Boston.
Correr me ha ayudado en muchos aspectos de mi vida y me ha llevado a conocer a infinidad de personas maravillosas. El año pasado, correr me dio una sensación de normalidad, me hizo sentir que el cáncer no me ganaría.
Los DiFronzo estaban asombrados. "Siento un gran respeto y admiración por ella", dice Laura. "Después de pasar por todo lo que pasó y aun así, correr por Lia y por todos los demás, me parece un ejemplo a seguir".
Fuente de inspiración
Murphy dice que su fuente de inspiración son los DiFronzo y las demás familias de Dana-Farber que se reúnen en la milla 25, como así también todas las personas que viven la maratón desde atrás de las vallas de contención. Y también la motivan todos los médicos clínicos y los pacientes como ella, que se preocuparon tanto por su bienestar emocional y su estado general cada vez que asistió al Dana-Farber para recibir el tratamiento.
Aunque sus últimos exámenes no muestran signos de malignidad, Murphy será una eterna integrante de los ella llama el "universo del cáncer": pacientes, sobrevivientes, familias de los enfermos y los cuidadores que les brindan tratamiento.
Esa familia genera una energía especial, dice Rick DiFronzo. La siente todos los años en la milla 25 de la Maratón de Boston y en la meta de la carrera. Es una sensación de compasión y una necesidad de cuidar al otro muy parecidas a las que tuvo una valiente niña de 6 años cuando se enteró de que su hermano mayor le donaría médula ósea para ayudarla a combatir la leucemia.
Es una energía que los DiFronzo y Murphy esperan pueda servir para llegar a vivir en un mundo sin cáncer algún día.
Desde 1989, los maratonistas como Kristan Murphy llevan recaudado más de $284 millones para instituciones benéficas. Si se suma esa cantidad al dinero recaudado por el patrocinador de la maratón, John Hancock, durante los últimos 36 años, la Maratón de Boston ha donado más de $426 millones a organizaciones comunitarias.
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