20 de diciembre de 2021
"No es natural que las personas elijan sufrir"
Coverage se enorgullece de publicar columnas que comparten la perspectiva de médicas afroamericanas pertenecientes a la red de Diva Docs del área metropolitana de Boston. En el artículo de hoy, la Dra. Thea James, médica de emergencias, directora ejecutiva del modelo Healthy Equity Accelerator, vicepresidenta del área de misión y vicedirectora médica en Boston Medical Center, comparte sus reflexiones con la Dra. Philomena Asante, líder de Diva Docs Boston, fundadora de la red Diva Docs Black Women MD Network y creadora de la serie Diva Docs para Coverage, que ha sido galardonada con el premio Digital Health Award.
Crecí en una comunidad afroamericana, en una familia de clase trabajadora. Mi papá trabajaba en el correo postal y conducía un taxi, y además era un emprendedor: era propietario de un club de bolos en Washington, D.C. En el área en la que vivíamos, había afroamericanos por todas partes. Los propietarios de las viviendas eran afroamericanos, los empleados federales eran afroamericanos, los propietarios de negocios eran afroamericanos. No se parecía en nada a los demás lugares de Estados Unidos. Y mis padres siempre se preocuparon por hacerme ver que el mundo era mucho más que mi comunidad.
De niña, era rebelde. Me metía en problemas, especialmente en la escuela secundaria. Me suspendían todo el tiempo. Era un dolor de cabeza para mis padres. Siempre fui diferente del resto, curiosa, inquisitiva y rebelde a todo aquello que no tenía lógica para mí.
De niña, percibía todo lo que me rodeaba. Cuando tenía 9 años, comencé a observar a las mujeres afroamericanas en las paradas de autobús cargando bolsas, con las piernas y los pies hinchados, y recuerdo que pensaba: "Dios mío, no sé que les ocurre, pero están sufriendo".
Mi padre también insistía en que fuera analítica. Si mencionaba que un cajero no era agradable, por ejemplo, me frenaba en seco y me decía: "No sabes nada de esa persona. No sabes cómo es su vida. Tal vez pasa hambre. No tienes derecho a decir nada". Me responsabilizaba de mis propios dichos. Eso me ha resultado muy útil en el mundo de la medicina.
El camino hacia la sala de emergencia
Mi pasión por la sala de emergencia nació en la universidad, cuando me incorporé a un curso preparatorio de medicina y fui apadrinada por un cirujano que me llevó al quirófano y a la sala de emergencia donde hacía turnos nocturnos. Me encantó. Él fue uno de mis primeros mentores. Elegí al director de nuestro Departamento de Emergencias como mi mentor durante la residencia y de allí en más, me sumé a una red de médicos de emergencias afroamericanos en la que, año a año, todos los miembros entablan amistad y se brindan apoyo mutuo a nivel profesional de manera continua. Nos animamos unos a otros. Mantenemos el contacto.
Cuando terminé la universidad, no ingresé inmediatamente a la Facultad de Medicina. Cursé estudios de posgrado, trabajé en laboratorios y durante los fines de semana, trabajaba doble turno como flebotomista en un hospital, en el equipo de trauma. Realmente me encantaba. Nunca lo sentí como un trabajo y estaba segura de que cuando fuera a la Facultad de Medicina, me especializaría en medicina de emergencia.
Comprendí lo mucho que podía ayudar por ser una médica afroamericana; veo cómo escudriñan la sala de trauma los pacientes afroamericanos y cuando me ven a mí, la única médica afroamericana, ya no miran a más nadie. Y están todo el tiempo pendientes de que no me vaya.
Desde el principio, me gustó la sensación de poder cambiar la perspectiva de un paciente por el mero hecho de estar allí, escuchándole.
Después de trabajar 30 años en la sala de emergencia, esta sigue siendo una de las lecciones más importantes que he aprendido: la gente quiere que la escuchen y la respeten.
Quieren que alguien los atienda cuando están alterados. Quieren recibir una disculpa si han estado esperando. Quieren que alguien les pregunte: "¿Qué necesita? ¿En qué podemos ayudarle?" Y quieren que alguien escuche lo que tienen para decir.
Otra cosa que aprendí es que no debo hacer conjeturas sobre las personas. Porque uno realmente no sabe nada de ellas. Así que sin duda, nos equivocaremos.
Por ejemplo, el personal de enfermería y los médicos pueden asumir que los pacientes que atendemos vez tras vez en la sala de emergencia no se preocupan por su salud. Sin embargo, muchos de nuestros pacientes se ven obligados a tomar decisiones difíciles todos los días. "¿Uso el poco dinero que tengo para pagar los medicamentos recetados o el transporte a mi cita médica, o para comprar comida, pagar la luz y pagar la renta?" Por este motivo, la salud queda en último lugar, y van a parar al hospital vez tras vez.
No es natural que las personas elijan sufrir. En mi calidad de médica, mi objetivo es averiguar qué es lo que causa ese sufrimiento, desde la perspectiva de cada persona.
Siempre les pregunto a los pacientes de la sala de emergencia: "¿Cómo podemos evitar que esto vuelva a ocurrir?" Y siempre me dan excelentes respuestas. Mi planificación del alta se basa en esas respuestas.
¿Qué ocurriría si usted o un ser querido tuviera que ir a la sala de emergencia?
Mi esposa tuvo cáncer de mama hace algunos años y durante ese período, cada lunes le escribía una nota a su equipo de atención, incluido el jefe de departamento, para contarle cómo había pasado la semana. No es necesario que todos escriban una carta cada semana, pero sí que puedan acceder a sus médicos y al personal de enfermería cuando lo necesiten. Es solo una manera de garantizar la equidad en la atención médica.
Innovación en BMC
En BMC, cuanto más variado sea el enfoque de una persona para mejorar la atención médica y cuanto más innovadora sea, más probabilidades tendrá esa persona de recibir apoyo. La filosofía de trabajo es de intrepidez, creatividad y colaboración. Además, tenemos una directora ejecutiva absolutamente extraordinaria, Kate Walsh, que no tiene tolerancia hacia los insensatos, pero sí está dispuesta a escuchar a quien lo necesite en cualquier momento.
Somos un hospital social. Las tres cuartas partes de nuestros pacientes tiene seguro del gobierno. Esto impulsa la innovación. Significa que debemos encontrar nuevas maneras de financiar los servicios. Encontrar nuevas perspectivas para analizar las cosas.
Por ejemplo, hace unos 20 años, hubo un resurgimiento de los casos de violencia a mano armada en Boston. Debido a que más del 70% de las víctimas recibieron tratamiento en BMC, se nos concedió un subsidio para intervención en casos de violencia. En ese momento, había solo tres programas de intervención en casos de violencia con base en hospitales en todo el país. Uno de estos programas, sobre el cual leímos, usaba métricas que analizaban, por ejemplo, si una persona sufría lesiones más de una vez, reincidía en el encarcelamiento o abandonaba la escuela. Nos pareció que los criterios eran muy pobres.
Por esa misma época, en la sala de trauma comencé a notar los tatuajes que los niños tenían en sus cuerpos, tatuajes con frases como: "Nací para ser odiado, muero por sentirme amado". O "Vivir es duro, morir es fácil". O también: "La muerte no es nada, vivir derrotado es morir un poco todos los días". Entonces comprendí y me dije: "Dios mío, la gente piensa que estos chicos son monstruos. Pero en realidad, son chicos sin esperanza".
De modo que cuando creamos nuestro programa de intervención para asistencia en casos de violencia, lo hicimos con grandes esperanzas y fijamos estándares altos porque cuando lo hacemos, los resultados son justamente los previstos.
Nuestro programa busca respuestas a estas preguntas: ¿Por qué estos chicos no logran superarse? ¿Por qué no pueden obtener una certificación o un título de nivel universitario? ¿Por qué no pueden ser propietarios de una vivienda?
¿Por qué estos niños no pueden acceder a las opciones que nosotros tenemos?
Comenzamos el programa con dos personas y actualmente, alberga a unas 400 víctimas de violencia por año. Somos uno de los miembros fundadores de Health Alliance for Violence Intervention, que ha establecido el estándar nacional en lo relativo a intervención por situaciones violentas.
Combatimos la falta de equidad
En Boston, contamos con algunas de las mejores instituciones de atención médica del mundo. Pero también tenemos una desigualdad extrema. Un estudio arrojó que aquí, el patrimonio neto medio de una familia blanca promedio es de $247,000, mientras que para una familia promedio de afroamericanos no inmigrantes, ese patrimonio es de $8. Esto es el resultado de décadas de marginación y siglos de racismo estructural que han impedido la acumulación de riqueza a nivel generacional.
El efecto en la salud es totalmente predecible. Sabemos que la información sobre salud casi siempre arroja resultados más deficientes en personas de color que en personas blancas.
En BMC, queremos cambiar esas estructuras y patrones. En mi calidad de vicepresidenta del área de misión, mi principal prioridad son las relaciones y alianzas estratégicas de BMC. Nuestro objetivo es dejar de enfocarnos en donaciones benéficas y subsidios para generar un cambio que modifique el curso de vida de nuestros pacientes.
Estamos reconsiderando nuestras inversiones en las personas, con la esperanza de que logren desarrollar su potencial al máximo.
Las personas pueden alcanzar estabilidad económica y volverse autosuficientes. Pueden acumular riqueza a través de las generaciones. Pueden contribuir a la economía, en lugar de apoyarse en ella para que les sustente.
Por ejemplo, sabemos que la vivienda y el empleo pueden cambiar el curso de una vida, pero también sabemos que hay trampas en muchos sistemas, que contribuyen a la pobreza. Si a alguien se le asigna una vivienda pública subvencionada, el monto de su ingreso debe ser el exclusivamente necesario para mantenerla. Esto obliga a dichas personas a rechazar mejores empleos y ascensos porque no quieren perder su vivienda, especialmente en una región donde las viviendas asequibles son tan limitadas. Es por eso que estamos trabajando con Boston Housing Authority y con una organización que aplica la política federal de autosuficiencia familiar. Mediante esta política, los residentes elegibles pueden ganar más dinero y el monto excedente se destina a un depósito fiduciario destinado a la compra de una vivienda, el pago de educación, la compra de un negocio u otro objetivo. Esto puede cambiar el curso de sus vidas.
Además, en sintonía con nuestros objetivos, invertimos en el desarrollo de viviendas, como es el caso de Bartlett Station, que contará con 323 unidades de vivienda para personas con recursos varios. Las propuestas de los desarrolladores para este emplazamiento debían incluir acceso a empleos, a espacios peatonales verdes, transporte y comida saludable y asequible.
El nuevo Health Equity Accelerator de BMC
Este otoño, dimos comienzo a una nueva labor para contribuir a la equidad en el cuidado de la salud de la gente de color: nuestro Health Equity Accelerator.
Nos hemos puesto por objetivo una auténtica transformación, no una iniciativa ni un proyecto, sino una transformación en el modo de trabajar.
El primer paso es hacer un autoexamen. Revisamos la información de toda nuestra organización buscando disparidades en cuanto a ingresos, políticas y procedimientos, y los analizamos para detectar posibles desigualdades que hayan podido, por error, contribuir a generar dichas disparidades. Una de las primeras cosas que advertimos fue una marcada diferencia entre mujeres afroamericanas y blancas en cuanto a hemorragias posparto. Analizamos en profundidad nuestra información buscando la causa de esto y descubrimos que el 75% de las mujeres que tuvieron una hemorragia posparto tenían preeclampsia. El alumbramiento es el tratamiento decisivo de la preeclampsia y los índices de hemorragias posparto coinciden con las demoras en la práctica de cesáreas. Descubrimos que esas demoras eran más prolongadas en el caso de las pacientes afroamericanas. Seguimos indagando para ver si hay barreras a nivel de la comunicación, obstáculos por falta de confianza con el personal clínico, prejuicios inconscientes y otros problemas.
Cuando abordamos la inequidad, siempre pregunto: ¿En qué difieren estas propuestas de lo que ya hemos hecho anteriormente? ¿Qué tipo de desigualdad estamos abordando con esta medida y cómo se reflejará en los resultados? Para asumir ese nivel de responsabilidad, es necesario aplicar disciplina a nuestra manera de pensar.
Deberíamos poder llegar a un punto en el que la información no sea tan predecible como lo es ahora, en el que los resultados no sean tan predecibles según la raza y en el que las personas puedan desarrollar su potencial al máximo. La única manera de lograr esto es tener la intención de generar un cambio significativo. Todos se beneficiarán con ese cambio. Todos.
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FOTOS DE FAITH NINIVAGGI.