19 de julio de 2019
La travesía de Tatyana McFadden desde un mundo de orfandad hasta el campeonato mundial
Pocos deportistas han alcanzado la gloria de Tatyana McFadden. Fue la primera en ganar cuatro maratones importantes en un mismo año, la primera en ganar seis medallas de oro en el Campeonato Mundial y ha alcanzado el récord mundial en atletismo cinco veces.
Pero su vida no siempre fue un camino de rosas.
McFadden nació en 1989 en San Petersburgo, en lo que por aquellos años era la Unión Soviética. Cuando era pequeña, le diagnosticaron espina bífida, una enfermedad que la paralizó de la cintura hacia abajo.
Luego de que su madre la abandonara, pasó sus primeros seis años de vida en un orfanatorio ruso, apoyándose sobre sus manos para desplazarse por el suelo debido a que el orfanatorio era demasiado pobre como para comprarle una silla de ruedas.
"No tuve una infancia difícil", recuerda la joven de 27 años, quien explica que nunca se sintió discapacitada.
En 1994, su vida cambió. Ese año, Deborah McFadden, que por entonces era la inspectora de la Oficina para Personas Discapacitadas del Departamento de Salud Pública y Bienestar Social de EE. UU., visitó el orfanatorio en el marco de una visita oficial a Rusia. La conexión entre ella y la niña de 6 años fue instantánea.
En poco tiempo, Deborah y su pareja, Bridget O'Shaughnessy, adoptaron a Tatyana y la llevaron con ellas a su hogar, en Estados Unidos.
"El día en que mi mamá llegó, supe que mi vida cambiaría para siempre", le dijo McFadden a HUBweek hace poco.
Y de hecho, así fue.
Haciendo caballitos
McFadden se incorporó a una familia de cinco personas, entre ellas, dos hermanas adoptivas. Por primera vez en su vida, asistió a la escuela, se sometió a una cirugía y tuvo su primera silla de ruedas: una pequeña de color rojo en la que se desplazaba a toda velocidad por su casa en Maryland "haciendo caballitos y asustando a mi mamá".
Con la esperanza de que desarrollara la fuerza, las madres de McFadden la inscribieron en deportes, una decisión que le valdría infinidad de medallas a futuro.
"Probé de todo,...y un día, probé atletismo en silla de ruedas. Comprendí que ese era mi deporte", dice. "A los ocho años les dije a mis madres, 'quiero participar en los Juegos Paralímpicos'".
"No sabía qué hacer", dijo refiriéndose a esos vertiginosos días de su primera etapa en el atletismo. "Mis mamás me dijeron, 'solo corre'".
Y lo hizo. A los 15 años estaba en el equipo paralímpico de EE. UU. 2004 en las Olimpíadas de Atenas.
Ganó sus primeras dos medallas: una de plata por la competencia femenina de 100 metros y una de bronce por la femenina de 200 metros.
Al regresar de Atenas, la joven maratonista en silla de ruedas se enfrentó a una difícil decisión. ¿Debería encarar esto a nivel profesional o retomar la escuela secundaria?. McFadden optó por lo segundo.
Se incorporó al equipo de atletismo de la escuela pero por ser la única deportista en silla de ruedas no se le permitía usar el uniforme, viajar con el equipo ni ir a la pista.
En consecuencia, McFadden y su familia presentaron una demanda contra el distrito escolar, con el objetivo de obtener el derecho de competir, y con el anhelo de triunfar por ella y por su hermana menor, quien también es maratonista en silla de ruedas.
Mientras el caso seguía su curso en los tribunales, los directivos escolares permitieron a McFadden competir por separado en una pista vacía luego de que el equipo había corrido.
"Se burlaban de mí y me intimidaban", recordó. Le dijeron que practicara deportes "con los que eran como ella".
"Yo no quería que otro alumno de nivel secundario con una discapacidad pasara por lo mismo que yo", dijo discretamente.
Era una batalla que valía la pena pelear.
En un fallo histórico, un juez federal dictaminó que McFadden, en ese entonces de 16 años, tenía el derecho de competir al mismo tiempo (aunque debía ser calificada por separado) en las pistas de la escuela secundaria contra maratonistas sin discapacidades que corrieran a pie.
Años más tarde, la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de EE. UU. codificaría la obligación legal de los distritos escolares de ofrecer a todos los estudiantes acceso igualitario a todas las actividades extracurriculares.
En la actualidad, McFadden ha competido en 24 maratones, incluyendo cinco en Boston, y tiene 17 títulos mundiales. Es la maratonista mujer en silla de ruedas más veloz del planeta.
Sigue entrenando en la universidad en la que estudió, la Universidad de Illinois. Apodada "la bestia" por su capacidad para ascender por colinas, ella recorre entre 100 y 200 millas en su silla de ruedas cada semana a fin de prepararse para los Juegos Paralímpicos en Tokio 2020.
De alguna manera, en medio de sus actividades, encontró tiempo para escribir un libro infantil, "Ya Sama! Moments from My Life", en el cual describe su increíble travesía.
Cuando no está entrenando o escribiendo, McFadden se dedica a defender la educación, la innovación y la inclusión para personas con discapacidades.
En 2011, regresó a Rusia para conocer a su madre y familia biológicas y visitar el orfanatorio donde pasó los primeros seis años de su vida.
"Simplemente era algo que necesitaba hacer para sentirme completa en la vida", dijo refiriéndose a ese viaje.
Me sentí bien de poder mostrarles a otros que esa niña que había nacido pobre, frágil y sola pudo salir adelante y cambiar el mundo.
«Creo que lo que me diferencia del resto es que la gente al mirarme pensaba "No puede", y yo dije "Sí puedo"», reflexionó. "Siempre tuve fe en mí".